lunes, 8 de noviembre de 2010

QUINTO DÍA
Este día huele a sidrina. El oro líquido asturiano. Huele a sal de mar que se encuentra con el agua dulce. Villaviciosa, sus manzanas y su ría.
La sidrería del Gaitero nos ha recibido con un olor a manzana fermentada muy fuerte. Un baile de manzanas buscando la cinta que las transporta hacia el proceso que las va a transformar en sidra.

Y, desde luego, un buen recuerdo de Asturias. No va a ser, ni mucho menos, el más importante, que ese queda en nuestras mentes y nuestros corazones. Pero si un recuerdo para los seres queridos, a la vuelta a nuestras casas.
Después de la sidra nos espera un paseo delicioso por la Ría de Villaviciosa. Un día espléndido que nos permite disfrutar de la brisa marina que acaricia un paisaje entre la tierra y el mar.

Y aprendemos cómo la vida es capaz de adaptarse a unas condiciones tan duras como las que le ofrece este ecosistema. La sal se convierte en un obstáculo que sólo los que aprenden a convivir con él pueden vencer y utilizar. Plantas raras, endemismos dicen los biólogos, que a fuerza de intentarlo han cambiado su aspecto y su fisiología. Y multitud de aves que encuentran en este entorno rico en alimento, a medio camino del agua dulce y la salada, un lugar ideal para reproducirse.
Después de comer, hacemos la última visita de la Ruta. Con los cuerpos cansados de todos los días pasados y las almas llenas de todo lo sentido, nos adentramos en la historia evolutiva de las plantas. Desde lo más simple, sin semillas, ni flores ni frutos, hasta las angiospermas. A través de helechos arborescentes que vivieron con criaturas muy diferentes a las actuales hace millones de años. Casi fósiles vivientes. Un paseo de una hora por millones de años de cambios.


Nos quedaba aún una última sorpresa. A la vuelta al IES Luces nos regalan con una despedida especial.
Hasta siempre Asturias Patria Querida!!!!!!!

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