viernes, 21 de enero de 2011

La corteza, asiento para la vida

La capa externa de un ábol es la corteza, que no tiene vida y sirve para proteger la capa interna del ataque de los insectos y los parásitos del exterior. También evita que el árbol pierda demasiada agua.
La corteza protege al árbol de las temperaturas frías o demasiado calurosas. Provee a los árboles de un soporte estructural esencial. Su espesor es variable; puede ser muy fina o tener hasta 30 cm de espesor. En conclusión, es como una coraza natural del árbol para protegerse de los peligros del exterior. Pero también se puede convertir en un refugio y asiento de vida. Hay muchos seres vivos que aprovechan la humedad que corre por el tronco o se condensa en él y que colonizan este medio.
Líquenes y musgos pugnan por conquistar un trozo de este ecosistema y de esta forma contribuyen a vestir esta corteza muerta con diferentes formas y colores.









sábado, 15 de enero de 2011

¿Qué hace un abeto como tú en un sitio como éste?

No deja de sorprenderme ver este bosque ante mí. Copas apuntadas hacia el cielo, conos de climas fríos que se han quedado en el sur.


El interés de los pinsapos radica en ser una especie relíctica, un residuo de los abetos meridionales, parte de los cuales desaparecieron al retirarse los glaciares del cuaternario, pero que por unas condiciones climáticas peculiares, algunos han permanecido en nuestra zona.



Los bosques de pinsapos en estado natural son densos, con árboles de troncos rectos y elevados que no dejan pasar los rayos solares haciendo así que el interior del pinsapar permanezca oscuro y húmedo, con el suelo cubierto de una espesa capa de pequeñas hojas en descomposición y con poca presencia de matorral dada la poca luz existente, abundando sin embargo los líquenes y los musgos, muchos de ellos en los troncos de los árboles.



Las hojas son un fiel reflejo del origen de este árbol. Finas, adaptadas a épocas frías que retrocedieron hacia el norte de Europa.


Nuestro pinsapo es por tanto un superviviente del frío, que ha tenido que adpatarse a un clima muy diferente. Busca, siempre que puede, la umbría que le ofrece unas condiciones algo parecidas a las originales. Pero este superviviente no parece que tenga mala salud puesto que por todo el suelo surgen pequeños que pugnan entre sí por hacerse un sitio y que renuevan a los mayores que van cayendo por vejez o por enfermedades.